Por:Diego Fernando Barragán Giraldo */Especial para El ESPECTADOR

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Diego Fernando Barragán, doctor en Educación y Sociedad de la Universidad de Barcelona analiza cuáles son las oportunidades y las precauciones del uso de la tecnología en nuestras vidas. Desde hace un tiempo los taxistas sorprenden con el manejo de las aplicaciones móviles en sus vehículos; la gran mayoría de ellos, por lo menos en Bogotá, han optado por estos desarrollos tecnológicos para mejorar su trabajo. Al indagar sobre el tema, casi todos hablan del cómo esto ha mejorado sus ingresos, se han convertido en otro tipo de trabajadores: cibertaxistas, podríamos decir. También llama la atención que en Transmilenio, en la ajetreada hora pico, cada persona se refugia en sus aparatos móviles, navegando y surfeando –quien sabe en qué aguas– con una profunda inclinación reverencial de sus cabezas. La escena, me hace recordar el metro de París –antes de Internet– donde las personas se hundían en sus libros, para evitar el contacto con los ojos de otro ser humano. Pone a pensar, también, lo que ocurre con adultos mayores, quienes ha pasado del correo electrónico, a Facebook, a Skype y ahora al WhatsApp para comunicarse con hijos, hermanas, hermanos y amigas compartiendo a diestra y siniestra cuanta imagen, reflexión o fotografía que les parece importante. De eso se trata la cibercultura: que hoy estamos inmersos en una dimensión donde como seres humanos convivimos con todo lo que acontece en el ciberespacio; es decir, que la internet, la telefonía móvil, la radio, la televisión –entre otros tantos medios– llevan a resignificar aquello que acontece en nuestras vidas, al punto de afectarnos como seres humanos en nuestras relaciones y acciones concretas. La cibercultura -otros hablan de cultura digital- invita a pensar en las formas como la comunicación y la interacción con la tecnología permite estar en diversas situaciones existenciales y desde allí se asume la vida cotidiana; en estos términos, ya no es posible que pase inadvertido el fenómeno y, en consecuencia, vale reflexionar, aunque sea momentáneamente, sobre algunas oportunidades y precauciones.